En un pueblo de Rusia, donde todos estaban aterrorizados por un lobo que merodeaba por el bosque, vivía un niño llamado Pedro.
Pedro vivía en la casa de su abuelo que
quedaba en un rellano de los bosques. Un día, aprovechando que su
abuelo dormía, Pedro se escapa, dejando abierta la puerta del
jardín, encuentra un pajaro andando feliz por el lugar y se queda
haciéndole compañía. Al dejar la puerta abierta, un pato que vivía con
ellos, ve que hay un estanque y no se resiste a lanzarse al agua. Así
mismo habitaba junto a Pedro y su abuelo un gato que se escapa al ver
al pájaro y … su intención es comerselo; estaba al acecho hasta que en
un momento el pájaro se descuidó y lo atrapó pero , afotunadamente no
pudo incarle el diente.
Al despertar su abuelo, lo vió fuera de
la casa, le recriminó haber salido ya que, según le explicó, en el
bosque había un lobo muy peligroso. Pero Pedro no hizo caso, pensó que
él podría acabar con el temible lobo, era un niño valiente y no le
asustaba nada, ¡ni siquiera un lobo!.
Acompañado de sus amigos, mientras su
abuelo dormía, volvió a escaparse. Al ver al lobo, el gato intenta
subir a un árbol, el niño avisa al pato de que el lobo le persigue, pero
este se resbala al salir y se cae así que aprovecha el lobo para
tragárselo. Mientrás tanto Pedro había ido por una cuerda y lanzándola
para atar al lobo, el pájaro cae de la rama del árbol al hocico de la
fiera que, al estar atrapado por la cuerda no podía comérselo, aunque lo
intententaba con todas sus fuerzas pero Pedro tiraba desde el otro
extremo y no le dejaba moverse. Entre tanto llegaron tres cazadores y,
al contemplar la escena, levantaron sus escopetas hasta que vieron que
nuestro héroe habia atrapado al lobo. Lo cogieron para llevarlo al
pueblo. Todos se encontraban muy alegres, puesto que el lobo ya no era
un peligro. Al acercarse al lobo Pedro oyó que el pato estaba aún vivo
dentro de él, así que lo sacó del estómago y así todos felices.
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